¿Eres una persona más mental que emocional? ¿Tienes un mono loco en tu cabeza que te agota? ¿A veces te gustaría tener un interruptor y poder apagar tu mente? Si es así, eres una persona altamente reflexiva, y este artículo te va a dar pistas sobre qué hacer para evitar sufrir por tanta… ¡hiperactividad mental!
Una de las clasificaciones más utilizadas para catalogarnos de una forma rápida es aquella que establece dos categorías:
- personas más emocionales
- personas más mentales
Las personas más emocionales son aquellas que están muy conectadas con sus emociones, toman decisiones más viscerales, y utilizan su intuición para tomar decisiones.
Las personas más mentales, entre las que me incluyo, tendemos a racionalizarlo todo, sin atender demasiado a nuestras emociones, a lo que sentimos. Buscamos información y datos para analizarlos y llegar así a tomar decisiones lógicas y racionales. Esto no significa que no seamos sensibles y no sintamos emociones muy intensas.
Ninguna de las dos opciones es mejor que la otra. Lo idea, como casi siempre, está en el término medio. El problema surge cuando, en una determinada época de nuestra vida, nos vamos a un extremo.
Las personas mentales nos vamos con facilidad al extremo de ser altamente reflexivos: le das vueltas y vueltas a un tema, analizando información del pasado, del presente y del futuro imaginario. En este estado piensas que cuanto más analices el tema, mejor será: buscas pros y contras, generas dudas, opciones y certezas.
Si fueses una persona más emocional, ya te habrías agobiado con tanta reflexión. Así que, ya que continúas aquí, te voy a presentar los 5 retos a trabajar por una persona altamente reflexiva:
Indice de contenidos
1. TENER UN BUEN AUTO-CONCEPTO
Tu auto-concepto es cómo te ves a ti mismo, cómo te defines. Es decir, lo que tú piensas de ti mismo. Y ahí empieza el lío. ¡Lo que tú piensas! ¡Casi nada! Eres un experto en ello, así que analizas mil detalles de tu conducta: registras en tu mente lo que hiciste o dijiste en un determinado momento, lo torpe que fuiste por hacer o no hacer tal cosa, lo bien que podías haber hecho esa otra cosa. Registras tanta información en tu mente, que tienes datos y datos para analizar.
El problema surge porque en ese análisis no estás teniendo en cuenta toda la información que tu cerebro emocional, subconsciente, puso en marcha en aquel momento que estabas actuando.
El resultado de observarte desde un análisis tan racional es que, la mayoría de las veces, llegas a la conclusión de que lo podrías haber hecho de otra forma, seguramente mejor. Esto hace que te definas a ti mismo con unas etiquetas que forman un auto-concepto no demasiado saludable para afrontar tu día a día.
2. MANTENER UNA FUERTE AUTO-ESTIMA
Tu autoestima está muy relacionada con tu auto-concepto, pero va más allá. La diferencia con el anterior es que la autoestima es el valor que te das a ti mismo. Ya no es sólo cómo te describes. Es cómo te valoras. Y ya sabes que en función del valor que le das a las cosas, las cuidas más o menos.
Cuando estás en una etapa de tu vida, quizá demasiado larga, en la que eres altamente reflexiva, tiendes a comparar. Esto se debe a que te fijas en muchos detalles de cómo son y cómo viven otras personas. No es envidia. Es tu tendencia natural a tratar de recoger cuanta más información mejor.
Generalmente, en esas comparaciones sueles dar más valor a lo que ves en otras personas que a lo que ves de ti. Solemos ser más exigentes con nosotros mismos, y más benévolos con los demás. Esto nos lleva a estimar más a los demás, a lo que aportan, hacen, tienen… que a lo que nosotros vamos consiguiendo. Así es como se cultiva ese fruto tan dañino de tener una baja autoestima.
3. SOLTAR EL CONTROL
Ya te lo estabas imaginando. Tener un cerebro que está atento a tanta información tiene estas cosas. Desea tener controlado su entorno, sus relaciones, su futuro…
La mente de una persona altamente reflexiva busca la calma a través del control. No es un afán de poder, sino una necesidad básica de seguridad. Entiende que se siente seguro cuando puede tener controlado el máximo número de factores posibles.
Esta necesidad de control nos lleva a sufrir en exceso. Y no sólo nosotros; también las personas que están con nosotros. Por eso este es un gran reto, y a la vez un magnífico objetivo a conseguir.
4. CONFIAR EN TI MISMO, EN LOS DEMÁS Y EN LA VIDA.
Tener confianza es básico para vivir sin estrés interior. Cuando nos cuesta confiar en algo nos sentimos tensos, irritables y preocupados. Este estado no es sólo mental, sino que tiene sus repercusiones físicas en forma de contracturas o problemas digestivos, por ejemplo.
Las personas altamente reflexivas tienden a valorar más los riesgos que las oportunidades. Cuando se quiere iniciar un proyecto, una persona más emocional tiende a imaginarse consiguiendo su objetivo, sintiéndose feliz en el proceso… Sin embargo, una persona más mental realiza un análisis mucho más frío, detectanto todos los posibles riesgos que supone ese proyecto y el fracaso que puede suceder.
Todo ese análisis de detección de riesgos, tanto los que vienen de él como de otras personas, o de los caprichos de la vida, le llevan a perder confianza y dejar pasar muchas oportunidades.
5. DISFRUTAR DE TUS RELACIONES
Este es uno de los puntos que más nos duelen a las personas altamente reflexivas. Con tanto análisis mental, nos estresamos nosotros y estresamos a nuestras parejas, amigos, hijos…
Vemos detalles que ellos no ven, relacionamos cosas que para otros no tienen relación, pensamos en en futuro, en el pasado, en los demás, en la economía familiar, en la salud… Esto nos limita nuestra capacidad de relajarnos y disfrutar del momento presente. Y con ello, de disfrutar de nuestras relaciones.
Lo primero que debes tener presente es que la mente de tu pareja, hijo… no funciona como la tuya. No lo hacen por enfadarte, llevarte la contrario o porque no te quieran. Sencillamente no procesan conscientemente tantos datos como tú.
—
Si te has sentido identificado con estos retos, ya habrás dado un primer paso para sufrir menos. Ese paso es ser consciente de tu tendencia natural. Esto te permitirá por un lado entenderte, y por otro, ir buscando estrategias para disminuir ese exceso de estrés interior que te auto-generas.
Y si tienes pareja o alguien que necesite entender cómo funciona tu mente, hazle llegar este artículo. No te lo pienses mucho… ¡os ayudará a los dos!
¡Gracias!
Eduardo.
Buenos días Eduardo,
Pues yo doy en el clavo, soy 100% mental porque cumplo todo lo que has dicho…
Últimamente ya me he cansado de tanto “comparar” las cosas y ver qué es lo que tienen los demás y yo no tengo, porque es cierto que cuando lo haces tu autoestima baja en picado pensando todos los esfuerzos que haces por conseguir algo y no lo tienes, piensas que no eres capaz,etc.
Desde que he cambiado esa forma de pensar estoy mucho más tranquila, veo las cosas de otra forma, con más paciencia y más calma, y esto me ayuda mucho a cada día seguir luchando por lo que quiero.
A la larga se obtienen muchos más resultados así que siempre comparando con los demás.
Soltar el control tampoco es sencillo, pero la verdad es que sin darme cuenta, todo ha ido de la mano y poco a poco todo se relaja…
Un saludo
Hola Ana.
El patrón de compararnos es muy habitual, ya que lo aprendimos de niños: era un recurso que solían utilizar para tratar de motivarnos… Aprender a mirarse más a uno mismo, a valorarse y valorar sus progresos es algo básico para que tener referentes sea algo sano y motivador. Me alegra que ya lo tengas controlado.
Gracias por tu comentario.
Un saludo,
Eduardo.
Hola Eduardo,
Qué buen artículo!! Yo soy una de esas personas mentales que no paran de darle cien mil vueltas a todo. Me siento muy identificado.
Intento cambiarlo y “frenar” a mi mente, pero hay veces que es casi imposible.
Gracias por tu artículo y tus consejos.
Alberto
Hola Alberto.
Veo que nos parecemos mucho. Una de las cosas que a mí mejor me vino fue comenzar a escribir en un papel todos esos pensamientos recurrentes. Cuando me despertaba a las 4.00.a.m. y no podía dormir, comencé a levantarme y escribir en un cuaderno mis pensamientos. Es una forma de “sacarlos”, de alguna forma, de la mente: realmente me quitaba presión. Puedes animarte a hacerlo en aquellos días que estás con más “hipertensión mental”! 🙂
Muchas gracias por tus palabras sobre el artículo.
Un saludo,
Eduardo.
Buenas tardes Eduardo,
acabo de descubrir leyendo tu artículo, que soy más mental que emocional, y pensaba que era al revés. Muchas veces actúo por mis emociones pero luego se encarga mi mental de sabotearme. Falta de confianza y autoestima. Muchas veces soy consciente de esto pero otras muchas me dejo arrastrar por ello. Gracias por este artículo, me ha hecho reflexionar.
Saludos.
Hola Dácil.
Nos pasa a muchos. Somos muy sensibles, nos lo han dicho mucho nuestros familiares, amigos… Y no nos damos cuenta de que, para protegernos de tanta sensibilidad, nos hicimos muy racionales y mentales. Tanto interés por racionalizarlo todo hace que caigamos en la parálisis, inseguridad, miedo, baja autoestima… Es un círculo vicioso que nos genera mucho estrés interior. Lo bueno es que se puede salir, entendiendo cómo funciona nuestra mente y haciendo un plan de acción para cambiar aquello que no nos ayuda a sentirnos bien con nosotros mismos.
En el libro que estoy a punto de publicar hablo sobre este tema.
Muchas gracias por tu comentario,
Eduardo.